martes, febrero 12, 2008

El faquir de Tacuba

Se subió en Tacuba como tantos otros hacen. Ýo viajaba mentándole la madre a la suerte por la tos, mocos y demás padecimientos mentales que presento desde el día de ayer en que me dió la gripe. Mientras renegaba de mi cuerpo inutil para los efectos que fue creado por mis papás que tantas ganas de echaron, escucho detrás de mi la caida de unos cristales. Pienso en mis adentros, "ya se subió el faquir". En efecto, el susodicho se sube al vagón, avienta su suéter que al abrirse muestralos pedazos de vidrios sobre los que luego tiende su espalda desnuda como si nada. Se para y sujetándose de los pasamanos da una vueltade gimnasta amateur, agarra su suéter y se cambia al siguiente vagón. No le di la moneda que tampoco me pidió.
El muchacho se pierde tras la ventana del siguiente vagón y yo sólo pienso que hace tanto calor que me siento en el infierno, en el cuarto círculo, cuatro pisos abajo de la superficie de la ciudad de México. Con ificultad camino hacia las escaleras eléctricas y tal vez por la lentitud con que evito el ataque de tos, me percato de lo ideal que resulta el metro para ligar, noviar o echar pasión, hasta para echar un taco.
Salgo a la calle y no está el niño de las gelatinas de dos sabores y nueces encapsuladas por el jeréz. Get home and have my pills, i want so bad to feel better.

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