Me fui de mi Cholula querida. Me fui de mis volcanes con su nievecita de las mañanas de las tardes y de las tardes púrpuras. Me vine al otro lado y ya no los veo, ahora los recuerdo. Me fui de las tierras sueltas que se cuelan por las puertas, ventanas y toda cavidad humana con que topen. Me fui de las cercanías, de los conocidos, de los miércoles de cine, de las noches de regreso en el vo(lv/ch)o. Me fui de mis cariños. Me fui de mis siete años de suerte.
Me vine a donde amanezco en la oscuridad y donde he llegado a dudar que el sol brille plenamente alguna vez. Me vine a donde veo más personas en una sóla hora de las que veía en un día entero. Me vine a donde el agua se empeña en recuperar el terreno perdido. Me vine a un lugar donde soy nueva, nueva de todo, nueva para todo, nueva para volver a ser habitual. Me vine porque sí y porque como el poema no quiero que nada me ate, me vine porque sí.
Y a pesar de estar tan cerca a la vez estoy tan lejos. Estoy aquí para luego irme otra vez, me vine para poder regresar.
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