sábado, marzo 19, 2005

el corazón

La sangre bombeaba con fuerza. Se acostó sobre su pecho y al escuchar los latidos quiso sacarle el corazón, sujetarlo entre las manos hasta que el ritmo descendiera y llegara el sueño.
Esperó el momento indicado para, en el punto más profundo de su sueño, confesarle lo que antes el brillo de la luna le había impedido.
En silencio observó desde la oscuridad, deseó nunca haber deseado, se arrepintió, cedió inevitablemente. Abrió con fuerza, ahí la estaba esperando.