domingo, marzo 12, 2006

El Corazón II

La sangre bombeaba con fuerza. Se recostó sobre su pecho y al escuchar los latidos quiso sacarle el corazón, sujetarlo entre las manos hasta que el ritmo descendiera y llegara el sueño.
Esperó el momento indicado para, en el punto más profundo del sueño, confesarle lo que antes el brillo de la luna le había impedido.
En silencio observó desde la oscuridad, deseó nunca haber deseado, se arrepintió, pero cedió inevitablemente.
Sin resistencia, el cuchillo atravezó la piel con fuerza, ahí la estaba esperando, rojo y tibio.