domingo, diciembre 14, 2008

365 otra vez


Las fechas se cumplen inevitablemente, a veces sólo las tenemos ahí como látigos fustigandonos mentalmente, a veces son motivo de felicidad y otras son momentos para poner todo eso en un mismo recipiente, como si fueran los ingredientes de una receta, licuarlo y beberlo hasta que no quede nada en el vaso. La muerte, su recuerdo es un pretexto igual de válido, para mí el más de todos, no porque valga más que la vida, sino porque esta la tenemos como por de fault y la muerte viene a destruir y a pautar nuevos inicios. Después de pasado el tiempo me puedo alejar tres pasos, puedo ver, recordar, sentir que no ha sido en vano nada de lo ocurrido desde aquel día en que vi a Luis parado sobre la Blvd.Norte y lo reconocí como uno de mis compañeros de la universidad. No hay mucho qué hacer cuando las cosas no pueden ser cambiadas, cuando se tomó una decisión y las consecuncias quedan a la vista sobre la piel, la mirada, la mente, no habrán de irse y eso se termina agradeciendo. Que Luis no esté hoy en este mundo es un certeza que me acompaña todos los días, pero me acompaña también la planitud de su recuerdo, de las marcas que todo él con lo que era y con lo que no era dejó en todas mi vida, en las páginas que escribí con él, donde él es mi compañero, mi amigo, mis sueños, sigue siendo letras y palabras, sigue estando en los regalos que dejó para mi, en la rebeldía de Yess, en la energía de Roco, en el abrazo de sus hermanos, en los rostros de sus padres. Luis está en los recuerdos de mis amigos, en los que sé que compartimos aún cuando estemos lejos, está porque alimenta su recuendo con el cariño que dejó sembrado y que nosotros regamos cuando hablamos de él, con las lágrimas que no se nos han acabado, increible. Luis es el ragalo que me encontré un día, es un regalo para siempre, está y estará siempre en mi cabeza loca y en mi corazón necio.

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