sábado, diciembre 31, 2005

Para Él

Ella nunca había estado ahí, pero sabía que un río cruzaba la ciudad y que en los días de frío la niebla cubría todo, sólo se veían las montañas y las torres de los edificios más altos. Sabía que las calles eran tranquilas, a veces aburridas hasta en fines de semana. Sabía que él se levantaba y tomaba el tranvía de las 10. Vivía cerca, a una cuadra de esto y a un par de aquello, lo imaginaba caminando por los parques, a veces solo, a veces con alguien más. La gente no siempre miraba, no le interesaba, las hojas y el viento frío no le faltaban nunca. A veces tomaba una foto y pensaba en ella, la veía caminando por la calle de tierra o sentada mientras las noticias le cantaban fuego, agua o... simplemente la pensaba. Ella también pensaba en él, creía escucharlo mientras cruzaba el puente con las manos metidas en el abrigo por el frío.Pensaba en si se sentiría solo o si extrañaría, sabía que no, la nostalgia no dura más que un par de semanas. Lo que sí sabía es que los días pasaban y ella cada día lo extrañaba más. Sabía también que en aquellas calles silenciosas y frías o en aquellas plazas que empezaban a mudar las hojas antes verdes, ahí estaba Él.

15/feb/2004

* * * * *
Esto lo escribí en febrero hace casi un año. Lo escribí para mi hermano que estaba lejos de aquí. A Luis le gustó, aunque no lo escribí con él en la mente, pudo haber sido, porque Él, es cualquiera que está lejos, añorado por quienes lo aman. Esto me hace pensar en ambos y en su lejanía, a los dos, perdón por el retraso.

domingo, diciembre 18, 2005

Luigi:

Naciste cuando yo tenia 4 años, por lo que practicamente siempre has estado en mi vida desde que tengo uso de memoria. Y siempre lo estaras, vives en mi corazon.

Mi compañero de juegos y aventuras, de gustos y disgustos, de amigos y tragos, de comics y movies, de muchas, muchas... ¡muchas! discusiones y peleas; en realidad, mi verdadero compañero de vida... mi mejor amigo... mi hermano.

Te adelantaste, pero se que algun dia nos reuniremos, mientras tanto, un simple ¡Hasta siempre!

Te quiere

Paco

jueves, diciembre 08, 2005

Muerte

¿Dónde se descubrió el cuerpo muerto?
¿Quién descubrió el cuerpo muerto?
¿Estaba muerto el cuerpo muerto cuando se descubrió?
¿Cómo se descubrió el cuerpo muerto?
¿Quién era el muerto?
¿Quién era el padre o la hija
o el hermano,
o el tío o la hermana o la madre o el hijo
del cuerpo muerto y abandonado?
¿Estaba el cuerpo muerto cuando fue abandonado?
¿Se abandonó el cuerpo?
¿Por quién fue abandonado?
¿Estaba el cuerpo muerto desnudo o vestido durante
el trayecto?
¿Qué le hizo declarar muerto
el cuerpo muerto?
¿Declaró usted muerto el cuerpo muerto?
¿Conocía bien al muerto?
¿Cómo supo que el cuerpo muerto estaba muerto?
¿Lavó usted el cuerpo muerto?
¿Le cerró ambos ojos?
¿Enterró el cuerpo?
¿Lo abandonó?
¿Besó el cuerpo muerto?

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Este poema, con el que Harold Pinter finalizó su discurso ( grabado para la cena del Premio Nobel 2005, el 7 de diciembre), se publicó por primera vez en el semanario The Times Literary Supplement el 10 de octubre de 1997, y se recoge en la última edición revisada de la antología de Harold Pinter Various Voices: prose, poetry politics, 1948-2005

martes, diciembre 06, 2005

la memoria incompleta

Me doy cuenta que mis títulos son la referencia directa de algo que leí, vi o alguien me dijo. No siempre. En este caso refiere directamente a un libro en francés que tuve que comentar para mi tercer curso en la universidad. Parece que a la profesora no le gustó mucho mi nivel y al final de la evaluación, tras mirar mi 7.6 y solicitar un poco más de calificación, me respondió que ella no ponia 7.5, con lo que entendí que no podría aspirar a más, puesto que seguramente merecía y un 7.4 que ella, con la mejor de las intenciones, había elevado un par de décimas para evitar mi desgracia académica.
En fin. Esto de la memoria es el misterio del ser humano. Es la que se engaña y la que se tiene como aliada.
Una persona común a mi edad (23) recuerda cosas de la primaria o tal vez un poco antes. Me considero afortunada de recordar cosas como el día en que a los dos años estaba en el hospital para que me cosieran la barbilla que acababa de abrirme en un escalón. También recuerdo otras cosas más felices como las casitas que mi papá nos hacía a Pepe y a mi para que pasaramos las tardes en el jardín de cada casa en que vivimos, varias en los primeros ocho años. Recuerdo eso y otras cosas que han marcado, los amigos que se quedaron allá donde la gente habla con la "sh" y también de los que hablan siempre con la "z".
El recuerdo permite regresar al aire de las calles, al calor de los mares y al azul en las manos por la nieve. Ayuda a no morir de la tristeza, pues aunque sea un poquito nos queda y llevamos cada día o cuando hace falta se regresa a ese ayer en un cerrar de ojos.
Las memorias más recientes son las que más hacen daño, las que fueron días felices y que como recuerdo no se igualan, son remaches, composturas que se gastan con el uso.
Para seguir adelante hace falta recordar, porque la vida no se siente, sólo nos damos cuenta cuando miramos hacia atrás.